Nació en 1852 como Barracas al Sud y en 1904 por una ley se cambia su nombre por el Avellaneda, en “homenaje” al expresidente de la Nación, Nicolás Avellaneda.
Una muestra de extremo personalismo y la distinción fue para un dirigente liberal, que más allá de sus méritos académicos -entre otras de sus medidas más recordadas- fue haber sido el impulsor de la controvertida “Conquista del Desierto”.
En algún momento sería bueno pensar en retornar al origen y volver a ser Barracas al Sur, un nombre cargado de identidad y con una sonoridad mucho más poética, que el actual.
Tal vez la reclusión obligada sea propicia para esta la reflexión y el debate y pensar si al pasar la emergencia no se podría impulsar –como ejemplo democrático- la realización de una consulta popular para que los vecinos decidan el significado del nombre de donde se quiere vivir.