La fundadora de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo murió este sábado a los 99 años. Su hija, Ana María Baravalle, fue secuestrada y desaparecida por el régimen en 1976 mientras estaba embarazada de cinco meses. A lo largo de los años, Mirta mantuvo una constante militancia en la búsqueda de justicia y verdad, no solo por su hija y su nieto o nieta, sino también por los más de 400 niños que aún permanecen apropiados.
Este sábado arrancó con la triste noticia del fallecimiento de Mirta Baravalle, referente emblemático de la lucha contra la impunidad en la Argentina. La cofundadora de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo tenía 99 años. Casi la mitad de su vida estuvo dedicada a la lucha por las libertades democráticas, en búsqueda de justicia.
Su vida cambió radicalmente el 27 de agosto de 1976. Ese día la dictadura genocida secuestró a su hija Ana María Baravalle y a su compañero Julio César Galizzi. “Yo salí a la calle porque se llevaron a los chicos el 27 de agosto de 1976”, recordó hace unos años en una entrevista que acompaña esta nota. En el momento de su secuestro, su hija estaba embarazada de cinco meses.
En las redes sociales fueron numerosas las despedidas. Entre quienes la recordaron está Myriam Bregman. La referente del PTS-FITU y del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos escribió en sus redes sociales: “Tenía los valores y principios más grandes que conocí.
Las historias sobre cómo buscó a los niños apropiados son impresiones, sus disfraces, sus estrategias para llegar a ellos. Luchó por conocer el destino de su hija Ana María, embarazada de cinco meses, y el de su yerno Julio César Galizzi, secuestrados en 1976. Se fue sin encontrar a Camila o Ernesto, su nieta o nieto apropiado”.
Fuente: La Izquierda Diario