Nacido en Rosario en 1983, Monteverde es licenciado en Ciencia Política por la Universidad Nacional de Rosario. Fue uno de los impulsores del movimiento “Giros”, una organización juvenil que militó durante años en el barrio Nuevo Alberdi, en el norte de la ciudad, donde protagonizó luchas urbanas por el acceso a la vivienda y contra el avance del mercado inmobiliario sobre tierras fiscales. Desde allí surgió Ciudad Futura, una experiencia que combina activismo político, gestión social y propuestas legislativas.

Monteverde es la figura más visible de Ciudad Futura, una fuerza que emergió en Rosario como un agrupamiento de izquierda independiente, con un fuerte componente territorial, comunitario y antipartidario. Fundada por militantes jóvenes que apostaron por construir poder desde los barrios y desde fuera de los partidos tradicionales, la organización fue mutando en dirección a un frente más amplio. Hoy se integra en una coalición que incluye a sectores del peronismo, La Cámpora, el massismo, el movimiento Evita y referentes como Agustín Rossi. A pesar de esa amplitud, la lista lleva su sello y está conducida políticamente por él.
En 2015 fue elegido concejal de Rosario y renovó su banca en 2019. Su modo de hacer política se apoyó siempre en proyectos innovadores, como la creación de empresas sociales y espacios culturales autogestionados. Monteverde también encabezó iniciativas legislativas en defensa del medioambiente, la seguridad alimentaria y la participación ciudadana. Su perfil lo transformó en una figura respetada incluso fuera de los márgenes tradicionales de la izquierda local.
Pero la elección que acaba de ganar lo coloca en una nueva dimensión. En un contexto de apatía y fragmentación política, logró posicionarse como la opción más competitiva frente al oficialismo de Pablo Javkin y a la irrupción libertaria representada por el periodista Juan Pedro Aleart. Rosario vive un proceso singular: a diferencia de otras ciudades, la disputa por el Concejo no es una mera antesala de la elección ejecutiva, sino que funciona como un termómetro preciso del humor social.
Desde 2009 no se elegía exclusivamente concejales, y sin embargo, Monteverde logró instalar la idea de que lo que estaba en juego era quién gobernaría Rosario. Su campaña apeló a un discurso de cambio profundo, con eje en la cercanía con los problemas cotidianos y en la necesidad de romper con el “ciclo de gestiones fallidas”, que, a su juicio, representa el oficialismo municipal.
Su irrupción obliga al resto del tablero político a repensar estrategias. Ni la campaña de Javkin con respaldo del gobernador Pullaro ni el discurso rupturista de los libertarios lograron opacar su ascenso. En parte, esto se debe a que Monteverde no sólo habló de lo nacional sino que se enfocó en problemas concretos de la ciudad: la basura, el transporte y el caos urbano por las obras.
Fuente: cronista.com