El ex presidente Néstor Kirchner fue quien impulsó y concretó las grandes transformaciones de nuestro país a partir del año 2003. Los ideales, las convicciones, la decisión y la fidelidad a sus orígenes políticos e ideológicos fueron los rasgos salientes de su protagonismo. “No llegué al gobierno para dejar los ideales en la puerta de la Casa Rosada”, había vaticinado al sumir la presidencia en el año 2003.

La gran transformación

Desde el comienzo de su mandato marcó mediante hechos concretos la impronta de su gestión, no ceder ante las corporaciones que intentaron desde el primer momento condicionarlo y extorsionarlo como estaban acostumbrados con los gobiernos anteriores.

Algunas de las acciones políticas más trascendentes:

– La derogación de las leyes de la impunidad, que permitió restablecer la justicia para poder avanzar en el juzgamiento de los crímenes del terrorismo de Estado.

– El contundente mensaje -para las Fuerzas Armadas y la sociedad toda- al ordenar descolgar los cuadros de los genocidas Videla y Bignone de las paredes del Colegio Militar.

– Convertir a la Escuela de Mecánica de la Armada, símbolo de la tortura y la muerte, en el Museo de la Memoria.

– Volver a integrar a nuestro país al proyecto Latinoamericano, que tuvo su máxima expresión al derrotar de forma categórica –junto al Presidente de Venezuela Hugo Chávez- el plan para instalar el ALCA, que el propio Busch en persona intentó imponer en la cumbre de Mar del Plata en el año 2005.

– El cancelamiento de la deuda externa con el FMI que terminó  con la intromisión humillante de

ese organismo.  Al mismo tiempo el pago de la deuda a los tenedores de bonos externos que incluyó la quita histórica del 75%.

– La apertura de los archivos de los servicios secretos, que permitió reorientar el juicio por los atentados sufridos por la comunidad

judía en los ‘90.

– El cambio radical de la política de Defensa, donde el país empezó a tener unas Fuerzas Armadas diferentes, democráticas y sometidas al poder político por primera vez en su historia.

– La recuperación del control público del Correo, de Aguas y de Aerolíneas Argentinas.

– Un nuevo rol del Banco Central con una política nacional.

– El crecimiento económico sostenido y las medidas implementadas para generar el mercado interno, que permitieron la recuperación del empleo y fundamentalmente no sufrir las consecuencias de las crisis internacionales.

– Los más de 2 millones de nuevos jubilados que estaban condenados a no jubilarse, al haberse quedado desocupados por las políticas de los noventa.

– La vuelta de la obra pública y los miles de argentino que accedieron a cloacas, agua potable y viviendas.

– Los más de 600 científicos recuperados.

– El incremento sin precedentes del presupuesto educativo.

Y ya durante el gobierno de Cristina y con su impulso la transformación continuó.

– La liquidación del infame negocio de las AFJP con los bancos, que recuperó para el Estado la previsión social.

– La Ley de Medios que limitaba el poder absoluto de la dictadura periodística privada y que posibilitaba una nueva comunicación

plural y democrática

– La Asignación Universal por Hijo, que logró reducir un 65% los niveles de pobreza y un 18% la indigencia, en niños y adolescentes y posibilitó la vuelta la escuela para miles de chicos.

– La Ley de matrimonio igualitario y la política antidiscriminatoria como jamás hubo.

– La continuidad de un crecimiento económico de los más altos del mundo, con recuperación industrial, estabilidad de casi una década y disminución del desempleo.

Estás son sólo algunas de las acciones más importes de los cuatro años de su gestión, y los posteriores de Cristina.

Pero la verdadera dimensión de su impronta ha quedado evidenciada en el acontecimiento que provocó su partida física, con la multitud  que acudió a la Plaza en esos días dejando un mensaje concluyente: la participación de jóvenes, las banderas argentinas

y las expresiones de esa multitud -que circularon por todo el país- tienen definiciones coincidentes y contundentes como

pocas veces.

Así, las frases y las palabras más repetidas tuvieron un profundo significado. El reconocimiento a la recuperación de la dignidad, de la esperanza y de la política -instaladas en la gran mayoría del pueblo gracias a él- aparecieron continuamente y es el mejor legado que nos quedó como sociedad. Y seguramente, para completar está dimensión, es necesario no perder de vista que Néstor Kirchner no fue un voluntarioso iluminado salido de la nada: Néstor Kirchner pertenece a la generación diezmada, la que otorgó lo mejor de sí, la que creyó en el hombre nuevo, la que creyó que lo imposible era posible, la que creyó que con solidaridad, con lucha y con

compromiso se podía cambiar el mundo. La generación que fue la consecuencia natural de aquella visión estratégica y humanista que 60 años antes propuso que: “En La Argentina los únicos privilegiados son los niños”.

Agenda del Sur