Si bien el país del norte es la mayor potencia del mundo occidental y por ende su proceso eleccionario marca un punto de interés especial, la cobertura periodística de los medios de nuestro país asombra. Esta amplia cobertura deja en evidencia el grado de colonialismo imperante en un sector importante de nuestra sociedad que en este caso adquiere un peso determinante, por tratarse de quienes son formadores de opinión.
Esto queda evidenciado, sobre todo, en los programas de televisión. Programas especiales, en muchos casos con horarios extendidos a su programación habitual, paneles de especialistas, enviados especiales…Aún sabiendo que los resultados finales se conocerán recién luego de varios días.
No hemos visto un análisis profundo sobre las imágenes de varias ciudades importante de ese país, donde los comercios y empresas han blindado sus frentes con cerramientos especiales por temor a disturbios y saqueos.
Tampoco se expone en profundidad que el actual presidente haya denunciado fraude en el proceso electoral en marcha, proceso que por supuesto es responsabilidad de su propia administración. O que haya expresado dudas sobre si va a reconocer el resultado final. Ni que el correo, que realiza parte del acto electoral, haya denunciado que se le han perdido más de 300 mil votos.
Tampoco hay inspecciones internacionales, ni amenazas de sanciones de otros países, a pesar de las irregularidades de estos comicios. Pero sí naturalizamos que EEUU envíe veedores y determine la transparencia de las elecciones en otros países.
Toda esta situación permite preguntarnos: cuales son realmente los países “civilizados” y cuáles son los países “bananeros”.
Raúl Espíndola