En el marco de la Guerra de la Triple “Infamia”, los liberales de nuestro país -de entonces- en alianza con Uruguay y Brasil masacraron al pueblo paraguayo y saquearon su territorio. Impulsados por la geopolítica del imperio británico, destruyeron a la nación más avanzada y próspera de Sudamérica pasada la mitad del siglo XIX.

Acosta Ñu o “Batalla de los niños” fue una de las más terribles batallas de la historia militar del mundo.

Con la mayoría de los hombres adultos paraguayos muertos, capturados o degollados, debieron pelear niños, mujeres y ancianos en el ejército para continuar la lucha contra la Alianza. Algunos niños lucharon con pinturas en la cara a partir del hollín de los utensilios.

* “De un lado estaban los brasileños con veinte mil hombres. Del otro, en medio de un círculo, los paraguayos con tres mil quinientos soldados de 9 a 15 años, ¡no faltando niños de seis, siete y ocho años!

La batalla comenzó por la mañana, en un campo abierto cubierto de malezas, los paraguayos quedaron en un círculo de fuego, sufrieron el ataque por los cuatro costados (norte, sur, este y oeste). Atacados por los cuatro flancos, en una flagrante desproporción de fuerzas de cinco brasileños por cada paraguayo, aun así la resistencia duró todo el día y, aún por la noche, el renombrado Conde D’Eu se tuvo que preocupar por los niños sobrevivientes heridos.

Acosta Ñu es el símbolo más terrible de la crueldad de esa guerra: los niños de seis a ocho años, en la batalla, eran degollados en el acto. No pocos empuñaron las lanzas y llegaron a comandar grupos de niños en la resistencia.

Finalmente después de todo un día de lucha, los paraguayos fueron derrotados. Por la tarde, cuando las madres vinieron a recoger a los niños heridos y enterrar los muertos, el conde D’Eu mandó a incendiar la maleza, en el fuego se veían niños heridos correr hasta caer víctimas de las llamas. La resistencia en Acosta Ñú y el sacrificio de esos niños simbolizan perfectamente cómo la guerra se tornó implacable por el lado brasileño que no se avergonzó en matarlos.

Simboliza la conciencia máxima de la defensa de la nacionalidad; la lucha extrema por la independencia nacional, llegando al suicidio de un pueblo que no quiso rendirse para no perder la libertad: la libertad en el Paraguay de la época era un concepto práctico y no una palabra abstracta. Era el Derecho a la Tierra, a la alimentación. En fin, a la autonomía del País.

* Historiador brasileño Julio José Chiavenato en su libro Genocidio Americano./Nodal.am