Si hubo un hombre que marcó una época en los años 2000 fue Néstor Kirchner. Fue él quien le devolvió el verdadero sentido al peronismo que había sido asaltado y saqueado por el neoliberalismo en los ’90. Se puso al hombro un país en llamas, que había estallado violentamente en el 2001, desarticulado, sin perspectivas de futuro y con una juventud y una militancia descreídas.

A partir del 25 de mayo del 2003, paulatinamente, la política volvió a ser la herramienta transformadora de los sectores populares argentinos. Hubo gestos simbólicos que luego se transformaron en políticas públicas.

Néstor hizo bajar los cuadros, en el  Colegio Militar de la Nación, de los presidentes de facto y asesinos de la última dictadura militar; y paralelamente derogó las leyes de impunidad que permitieron juzgar a los genocidas.

Su actitud y su mirada  cuestionadora a un representante del Imperio, como George Busch, que jugó de visitante en la cumbre  del ALCA en 2005, tuvo su correlato también en el  desendeudamiento con el FMI, en el fortalecimiento de la unidad latinoamericana  y en la actitud soberana que  Argentina mantuvo durante todo su mandato.

Su gobierno se caracterizó por haber logrado una recuperación económica sostenida, implementando medidas que permitieron recuperar el salario, el empleo y la inversión del Estado en educación, salud, ciencia y tecnología.  Demostrando, de esta manera, que un proyecto nacional, popular y democrático, aparte de llevar el bienestar económico y social al  pueblo, también puede alcanzar un crecimiento y desarrollo integral como país soberano.

Pero el mayor legado de Néstor es habernos devuelto la esperanza, recuperado la política y haber logrado que los jóvenes volvieran a abrazar el peronismo con su militancia.

Estas fueron algunas de las acciones políticas más trascendentes durante su presidencia:

– La derogación de las leyes de la impunidad, que permitió restablecer la justicia para poder avanzar en el juzgamiento de los crímenes del terrorismo de Estado.

– El contundente mensaje -para las Fuerzas Armadas y la sociedad toda- al ordenar descolgar los cuadros de los genocidas Videla y Bignone de las paredes del Colegio Militar.

– Convertir a la Escuela de Mecánica de la Armada, símbolo de la tortura y la muerte, en el Museo de la Memoria.

– Volver a integrar a nuestro país al proyecto Latinoamericano, que tuvo su máxima expresión al derrotar de forma categórica –junto al Presidente de Venezuela Hugo Chávez- el plan para instalar el ALCA, que el propio Busch en persona intentó imponer en la cumbre de Mar del Plata en el año 2005.

– El cancelamiento de la deuda externa con el FMI que terminó  con la intromisión humillante deese organismo en las políticas internas de nuestro país.  Al mismo tiempo el pago de la deuda a los tenedores de bonos externos que incluyó la quita histórica del 75%.

– El cambio radical de la política de Defensa, donde el país empezó a tener unas Fuerzas Armadas diferentes, democráticas y sometidas al poder político por primera vez en su historia.

– La recuperación del control público del Correo, de Aguas y de Aerolíneas Argentinas.

– Un nuevo rol del Banco Central con una política nacional.

– El crecimiento económico sostenido y las medidas implementadas para generar el mercado interno, que permitieron la recuperación del empleo y fundamentalmente no sufrir las consecuencias de las crisis internacionales.

– Los más de 2 millones de nuevos jubilados que estaban condenados a no jubilarse, al haberse quedado desocupados por las políticas de los noventa.

– La vuelta de la obra pública y los miles de argentino que accedieron a cloacas, agua potable y viviendas.

– Los más de 600 científicos recuperados.

– El incremento sin precedentes del presupuesto educativo.

Laila Linares- Agenda del Sur