El 26 de junio de aquel año aparecieron por O´ Higgins y Agüero (hoy Crisólogo Larralde), Sarandí, soldados y jerarcas militares en sus camiones. La escena fue dantesca, insultante. Allí estaba el depósito de la Editorial Centro Editor de América Latina, una de las más importantes del país. Los hombres de verde empezaron a cargar libros, paquete por paquete, y en varios viajes vaciaron el galpón y trasladaron 24 toneladas de libros, equivalente a 1.500.000 de ejemplares, hasta un baldío que había en la calle Ferré, entre Agüero y Lucena, detrás del actual Club Atlético Esperanza.
fotos m6uestra

Algunos de esos libros, unos 3.000, sobrevivieron al fuego y hoy son el corazón de la biblioteca municipal “Espacio para leer”, especializada en Derechos Humanos, que el Municipio de Avellaneda  inauguró en lo que fue la armería del ex Centro Clandestino de Detención “El Infierno”, reconvertido gracias a la gestión del ex Intendente Ferraresi en Espacio para la Memoria.

El Centro Editor de América Latina fue una editorial argentina fundada en 1966, por Boris Spivacow. La editorial funcionó hasta 1995, año en que tuvo que cerrar sus puertas. La editorial se caracterizó por tres líneas fundamentales: el excelente nivel de quienes escribían y organizaban las colecciones,  su precio accesible para amplios sectores sociales y por su escasa rentabilidad económica.

El 26 de junio de 1980 se llevó a cabo una quema de libros en la cual se incineraron la mayor parte de los libros de la editorial, en una salvaje operación de la dictadura militar de Argentina.

El 25 de marzo de 1980, el juez Héctor Gustavo de la Serna dictaminó que deberían quemarse un millón y medio de ejemplares. El 26 de junio de ese mismo año se queman las publicaciones en un baldío de la localidad de Sarandí. La causa dictaminó que el acusado, José Boris Spivacow, debía estar presente durante la quema para dar cumplimiento a la orden judicial.

También se quemaron libros del CEAL en la Universidad Nacional del Sur, en Córdoba1516 y en Rosario, con la quema de los libros de la biblioteca Constancio Vigil.

Este es el relato de aquel día funesto, narrado por el escritor Mempo Giardinelli.