Da un plazo de dos semanas para invadir Níger en nombre de la “democracia”.
Escribe Jorge Altamira. El 26 de julio, un complejo golpe militar en Níger ha servido para extender hacia África la guerra de alcance mundial que libran la OTAN, de un lado, y Rusia e incluso China del otro. Lo que durante largas horas fue la destitución y arresto del presidente de Níger por la Guardia Presidencial se transformó en un golpe de estado oficial de las Fuerzas Armadas. Níger es un estado mediterráneo del centro oeste de África, el más pobre del continente, aunque rico en uranio, cobalto y litio. En el país se encuentran bases militares de Francia (1.500 soldados) y de EEUU (1.000 soldados), con el pretexto de la lucha contra las milicias de Al Qaeda. De acuerdo a muchos observadores, el llamado terrorismo islámico es fomentado por las fuerzas franco-norteamericanas para justificar su presencia militar. Entre otras razones, se alega la necesidad de contener la emigración de los países subsaharianos hacia el norte de África y hacia Europa meridional. Las compañías occidentales disfrutan del monopolio de la explotación de la riqueza mineral del Níger, al punto que el país es la fuente, vía la provisión de uranio, de la mitad del servicio eléctrico de Francia.
A poco de instalada la Junta Militar quedaron en evidencia sus colores anticoloniales, dirigido en especial contra el imperialismo francés, aunque es notoria, además de la norteamericana, la penetración del capital alemán, italiano y español. En las manifestaciones promovidas por el Gobierno, el sábado 29, se profirieron denuncias contra el imperialismo y slogans favorables a Rusia, Putin y la compañía de mercenarios Wagner. Desde Rusia, el golpe fue caracterizado por los comentaristas del Gobierno como “multipolar” – la expresión en boga para definir a quienes atacan la supremacía del dólar y de Estados Unidos. En los años recientes, Malí y Burkina Faso se pasaron a este bloque “multipolar” sin la mediación de golpes de estado. La República Centroafricana se encuentra en una situación similar.
Para desviar las miradas sobre su rol efectivo o potencial en estos acontecimientos, Rusia y China aportaron sus votos para la aprobación de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que reclama la restitución del presidente derrocado. La OTAN guarda expectativas de poder imponer la situación ex ante sin intervención militar. La Asociación de 15 países de África Occidental, bajo la batuta de Nigeria, votó sin embargo un ultimátum para que la Junta abandone el Gobierno en dos semanas, de lo contrario procederá a una intervención militar. Níger podría transformarse, en este caso, en la Ucrania del oeste de África, porque contaría con el apoyo de la compañía Wagner y, en última instancia, de Rusia.
La crisis en Niger se desplegó mientras, en San Petersburgo, tenía lugar una reunión entre Rusia y diversos países de África para tratar la cuestión alimentaria en el continente. La ruptura del acuerdo cerealero que autorizaba a Ucrania a despachar granos por el Mar Negro desató el temor de una hambruna generalizada en naciones que dependen fundamentalmente del trigo. El cese del acuerdo desató una crisis con los aliados de Ucrania, que rechazan que el cereal sea derivado a Europa central y desplome los precios. Putin justificó la denuncia de esos acuerdos, porque no incluían a los cereales de Rusia, como lo había impuesto la OTAN. La reunión sirvió para ilustrar la influencia de Rusia en África y su propio interés en la explotación de los recursos mineros. Rusia es la principal proveedora de armas a un número importante de países africanos, incluidas las municiones.
Los acontecimientos plantean diversas alternativas. Un contragolpe en Níger, impulsado por la OTAN (Estonia tiene un plantel militar en el país, como representación de la Unión Europea), podría derivar en una guerra civil, como ocurre en forma devastadora en Sudán, donde la OTAN y Rusia apoyan a las fracciones en disputa. Una invasión militar de África Occidental, con intervención de Francia y Estados Unidos, podría desencadenar una guerra internacional, que llegaría a las puertas del Mediterráneo, en cuyas costas se libra la guerra civil en Libia. En poco tiempo tendríamos un “Afrika Korps”, como el del alemán Rommel en la segunda guerra mundial. Lo que está claro es que Francia, Estados Unidos, el Reino Unido y Alemania no están dispuestos a perder el control de Níger.
Una invasión a Níger, comandada por la Asociación de África Occidental, dirigida por Nigeria, sería otra guerra ‘proxy’ como se llama a las que son protagonizadas sin la intervención territorial del imperialismo, pero bajo su completa dirección política y militar. Esta guerra por delegación no restringe su alcance mundial – por el contrario, lo amplía, al añadir al conflicto mundial la movilización militar de naciones subordinadas enteras.
(Candidato a Diputado por la Ciudad de Buenos Aires)
Fuente: Política Obrera |