En momentos que se impulsa la reivindicación del terrorismo de estado, bien es necesario rescatar la memoria de militantes populares que fueron las mayores víctimas de ese terrorismo. Susana Valle fue uno de ellos y quien sufrió una cruel tortura durante la dictadura.

Susana Valle fue hija del general Juan José Valle fusilado en junio de 1956 por la revolución fusiladora. Militante de la Resistencia Peronista fue correo entre el exiliado general Perón y los comandos locales, integrante del llamado peronismo revolucionario. Junto a dirigentes históricos del peronismo, en 1974, integró la conducción del Partido Auténtico, una organización política disidente del justicialismo inspirada por la organización Montoneros.
Después de 1976, Susana escapó a la represión y se fue a refugiar a Córdoba. Pero dos años más tarde el general Menéndez la encontró y la llevó a prisión. Allí fue duramente torturada. “Fue esposada a una cama de mármol en la morgue de un hospital, embarazada, y sometida a picana eléctrica, se le provocó el parto prematuro de mellizos: uno de ellos nació muerto y fue colocado sobre su pecho y el otro, que nació vivo, fue colocado lejos de su alcance, pero a su vista, hasta que Susana lo vio fallecer”.
Así de sádicos y monstruos fueron los militares de la última dictadura. Así de sádicos y monstruosos fueron los civiles que los apoyaron, así de sádicos y monstruosos fueron la cúpula eclesiástica y los curas que los encubrieron. Así de sádicos por partida doble y también doblemente monstruosos son quienes hoy, sabiéndose como se saben estos hechos tan crueles y aberrantes, defienden y reivindican el terrorismo de estado. Ni aquellos ni estos merecen que los reconozcamos como seres humanos.
Fuente: Pensamiento Discepoleano

