En una sentencia express publicada el 27 de febrero, la Corte Suprema de Justicia de la Nación desestimó los pedidos de revisión de absoluciones y penas bajas de los encubridores del atentado a la AMIA. Los motivos que dieron fueron que lo planteado resulta “insustancial o carente de trascendencia”.

Los recursos rechazados habían sido planteados por las querellas de familiares de las víctimas por las bajas o nulas penas que los tribunales anteriores habían otorgado a los encubridores del atentado a la AMIA. En particular, la querella de Memoria Activa impugnó la absolución del ex juez Galeano, el ex jefe de la SIDE Hugo Anzorreguy, el ex vicejefe de la SIDE Juan Carlos Anchézar, y el ex Comisario de la PFA, Carlos Castañeda por el encubrimiento de la “pista Kanoore Edul”.
También pidió revisar las absoluciones del ex presidente de la DAIA, Rubén Beraja, los ex fiscales Mullen y Barbaccia, Victor Stnifale (ex defensor de Telleldín) y Ana Boragni (ex esposa de Telleldín). Todos ellos acusados de participar en el pago ilegal de 400 mil dólares a Telleldín para que ofrezca una declaración mendaz, que direccione espuriamente la investigación hacia falsos responsables.
Como si se buscara desconcertar con el equilibrio y acabar de una vez con esta causa que según la Corte es “intrascendente”, los jueces rechazaron también planteos realizados por las defensas del ex juez Galeano y el ex jefe de la SIDE Hugo Anzorreguy, por cuestiones formales.
Por lo tanto, las únicas condenas que quedaron firmes por estos hechos son las de Anzorreguy, con 2 años y 6 meses de prisión; y la de Carlos Telleldín, de 1 año y 9 meses de prisión. Al tratarse de penas tan bajas, ninguno de ellos las cumplirá en prisión.
Por una vía diferente a la de la Corte, aún están pendientes de resolución en la Camara de Casación las condenas de otros encubridores que pidieron su absolución: Juan José Galeano, Mullen y Barbaccia y del ex agente de la SIDE Patricio Finnen.
En este caso, la impunidad también se luce, ya que el tribunal de Casación a cargo está integrado por los jueces Javier Carbajo, Daniel Petrone y Mariano Llorens. Ello a pesar de que los dos últimos fueron recusados por Memoria Activa. A Petrone, por su reconocida amistad con el ex ministro de Justicia, Germán Garavano, quien intentó favorecer ilegítimamente a Mullen y Barbaccia desde la querella del ministerio a su cargo; y a Llorens, por pretender intervenir en la misma causa en dos instancias distintas (Cámara de apelación y Cámara de casación), actuar verdaderamente insólito.
Los motivos de la impunidad
El fallo de la Corte lleva la firma de Carlos Rosenkrantz y Ricardo Lorenzetti, y de Javier Leal de Ibarra, Pablo Candisano Mera y Jorge Di Lorenzo. Estos últimos fueron designados como conjueces por sorteo el 18 de febrero pasado. Es decir, en tan solo nueve días, analizaron siete recursos, sumado a todas las copias de diversas y abundantes constancias, de uno de los hechos más trágicos de la historia argentina. Resolvieron en nueve días una causa que lleva 25 años.
En el fallo, solo se menciona como “motivo” el artículo 280 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación: “La Corte, según su sana discreción, y con la sola invocación de esta norma, podrá rechazar el recurso extraordinario, por falta de agravio federal suficiente o cuando las cuestiones planteadas resultaren insustanciales o carentes de trascendencia”.
Es decir, cerraron el caso sin analizarlo porque les pareció “intrascendente”. No hay mención alguna a la justicia, a las víctimas ni a quienes se encargaron de encubrir. Nada. Para la Corte, un atentado terrorista, el desvío doloso de la investigación y que, incluso, la Corte Interamericana de Derechos Humanos haya condenado al Estado argentino por encubrir son cuestiones “insustanciales o carentes de trascendencia”.
¿No les pica ni un poco la vergüenza de no haberse tomado el tiempo de escribir un fallo como corresponde, sino publicar uno con tan sólo una cita copiada del Código Procesal? Más que intrascendencia, la sentencia emana desprecio hacia las víctimas, hacia la sociedad, y hacia la justicia.
El silencio aturde y los motivos, repugnan. Después de 30 años e infinitas esperas, queda claro que la (in)Justicia argentina sólo es rápida para garantizar la impunidad, aquella que le es propia por no ser capaz de juzgarse a sí misma. En este laberinto de obstáculos, nosotros, al menos, tenemos la certeza de haber seguido el camino justo y de haberlo intentado hasta el final. Por el contrario, a los funcionarios inescrupulosos que tanto han hecho por evitar garantizar nuestro derecho a la verdad y a la justicia, a ellos la vergüenza los acompañará siempre.
“Justicia, justicia perseguirás…”
Fuente: Memoria Activa
