El 20 de octubre de 2010 Mariano Ferreyra fue ultimado en Barracas, durante un acto donde apoyaba a los trabajadores ferroviarios tercerizados. Tenía 23 años y fue víctima del ataque de una patota armada organizada por el entonces secretario general de la Unión Ferroviaria José Pedraza. Por el crimen fueron condenados en 2013 José Pedraza, (15 años de prisión), miembros del sindicato y agentes de la Policía Federal. Cabe destacar, la firmeza y decisión del gobierno de la entonces Presidenta Cristina Fernández de Kirchner para evitar que la trama mafiosa logre impedir el juicio y condenar a sus responsables

Mariano Ferreyra, una vida Arrancada en su plenitud. Mariano era un pibe introvertido que abrazó la militancia política muy joven cuando apenas tenía 13 años. Creció en la zona del Viaducto, en Sarandi, donde vivía con sus padres y su hermana más chica. Fue presidente del Centro de Estudiantes de la escuela secundaria donde estudió y fue candidato a consejero escolar de Avellaneda por el Partido Obrero. Metalúrgico de profesión, había hecho un curso en la municipalidad para tener un oficio y cursaba el CBC para seguir la licenciatura de historia.
En el 2006, había intentado evitar el desalojo de la ex fábrica Sasetru ubicada en Sarandí. En el 2002, apoyó las marchas que pedían Justicia por los crímenes de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, los manifestantes asesinados en la llamada Masacre de Avellaneda.
Mariano se hizo compañero y amigo de nosotros, de la Unión de Juventudes por el Socialismo (UJS) y del Partido Obrero, cuando todavía no había terminado el secundario. Su hermano lo había hecho unos meses antes. Desde entonces, fue siempre un orgullo estar a su lado, escucharlo y desarrollar con él nuestras inquietudes.
Lo conmovieron las grandes movilizaciones piqueteras y la rebelión popular de 2001. Desde el comienzo se destacó como dirigente en Avellaneda. Constructor de la UJS, combinó su actividad en el movimiento estudiantil con la participación en las principales luchas obreras y populares que conmovieron a su pago chico y al país. Estuvo al frente en la lucha por la recuperación de Sasetru bajo gestión obrera. Impulsó el movimiento estudiantil, el centro de estudiantes en el Simón Bolívar de Sarandí, donde cursó la secundaria. La sede del CBC de Avellaneda lo tendrá para siempre en su historia como uno de sus principales organizadores, probablemente el principal. Por su gran autoridad política, sus compañeros de la UJS lo apodaban fraternalmente “el Jefe”.
Militaba desde hacía unos meses junto a los ferroviarios. Participó, electo como delegado, de los tres últimos congresos del Partido Obrero.

