El Gobierno de Javier Milei es el único responsable de las inundaciones en esa vía de la ciudad de Buenos Aires. Las imágenes de autos flotando y vecinos atrapados por el agua volvieron a poner sobre la mesa una pregunta clave: ¿de quién depende realmente la Avenida General Paz? La respuesta es clara y documentada: del Gobierno Nacional, bajo la órbita de Javier Milei. Ni la Ciudad ni la Provincia tienen competencia sobre su mantenimiento.

Por Osvaldo Peralta. La escena se repite como una postal trágica del Área Metropolitana: cada vez que una tormenta azota Buenos Aires, la Avenida General Paz se transforma en un río. Y como siempre, comienza la danza de las culpas. Funcionarios porteños y bonaerenses se cruzan acusaciones, las redes hierven y los medios especulan. Pero los hechos son contundentes: la General Paz no pertenece ni a la Ciudad de Buenos Aires ni a la Provincia. Es una ruta nacional —la A001— y su mantenimiento depende exclusivamente del Gobierno Nacional, a través de la Dirección Nacional de Vialidad.
La información fue confirmada por la Agencia Noticias Argentinas, que aclaró la confusión habitual: aunque la traza actúe como límite jurisdiccional, su control, obras y mantenimiento son responsabilidad federal. En otras palabras, si la avenida se inunda, el responsable político último es el presidente Javier Milei y su ministro de Infraestructura, quien supervisa a Vialidad Nacional.
La gestión cotidiana —repavimentación, iluminación, corte de pasto, señalización y servicios mecánicos— está concesionada a Autopistas del Sol (Ausol), la misma empresa que opera el Acceso Norte, bajo un contrato con el Estado nacional. Es decir, los fondos, las obras y los controles provienen del gobierno central. Ni Jorge Macri desde la Jefatura de Gobierno porteña ni Axel Kicillof desde la gobernación bonaerense pueden intervenir en decisiones estructurales sobre la avenida.
Mientras los vecinos se empapan esperando una respuesta, el Ejecutivo libertario mantiene un silencio incómodo. Milei, que suele responsabilizar al “Estado ineficiente” de todos los males, parece olvidar que ese Estado hoy es él mismo. Los desagües colapsan, las obras hidráulicas están paralizadas y los recursos para mantenimiento fueron recortados en nombre del “ajuste”. El resultado: calles anegadas, tránsito colapsado y miles de ciudadanos afectados por una gestión que prefiere las finanzas de Wall Street a las cloacas de Buenos Aires.
En la práctica, la inacción no es técnica sino política. El vaciamiento presupuestario de Vialidad Nacional, los despidos masivos en el área de mantenimiento y la paralización de obras públicas bajo la consigna de “déficit cero” crearon un cóctel perfecto para el desastre. Las lluvias sólo revelaron lo que el ajuste ya había hundido: la infraestructura básica del país.
La Avenida General Paz no se inundó por un fenómeno natural imprevisible, sino por una decisión ideológica deliberada. Cuando el Estado se retira, el agua avanza. Y mientras Milei promete “libertad” a los mercados, la libertad que viven los vecinos es la de ver sus autos flotando en lo que debería ser una autopista segura.
En tiempos donde el Gobierno Nacional busca desligarse de toda responsabilidad y culpar a otros niveles del Estado, esta evidencia resulta incontestable: la General Paz es federal. Por lo tanto, la responsabilidad también lo es. Ni la Ciudad ni la Provincia manejan la concesión, ni controlan las obras, ni administran los fondos. Todo pasa por Nación. Y en este momento, Nación es Javier
Las lluvias, entonces, no sólo inundaron la avenida. Dejaron al descubierto la improvisación, el abandono y el cinismo de una gestión que promete eficiencia mientras el agua arrastra su relato.
Fuente: noticiasargentinas.com/En Orsai.

