28 de setiembre de 1966. Una gesta Nacional Popular y Anti Imperialista
Se cumplen 54 años de aquella inédita hazaña en la que 18 jóvenes argentinos plantaron nuestra bandera sobre el suelo de las Islas Malvinas.
Con ese audaz aterrizaje, aquellos militantes de la Resistencia Peronista, reivindicaron nuestra soberanía en un acto, que aunque efímero, estaba cargado de simbología y hoy forma parte de las luchas populares latinoamericanas.
Los Protagonistas
En su mayoría eran jóvenes militantes de la Juventud Peronistas e hijos de esa Resistencia nacida después del bombardeo a Plaza de Mayo, del golpe cívico-militar del año 1955, de los fusilamientos de 1956 y de tanta persecución y cárcel a los militantes peronistas.
- Dardo Cabo (25) periodista, metalúrgico y activo militante, hijo del sindicalista Armando Cabo.
• Alejandro Giovenco Romero (21)
• María Cristina Verrier, (27. Periodista y compañera de Cabo, hija de César
Verrier (juez de la Suprema Corte de Justicia)
• Andrés Castillo, (23). Empleado de la Caja Nacional de Ahorro y Seguro
• Ricardo Ahe, (20). Empleado
• Norberto Karasiewicz, (20). Obrero metalúrgico
• Aldo Omar Ramírez, (18). Estudiante
• Juan Carlos Bovo, (21). Obrero metalúrgico
• Pedro Tursi, (29). Empleado
• Ramón Sánchez, (20).Obrero
• Juan Carlos Rodríguez, (31). Empleado
• Luis Caprara, (20). Estudiante de ingeniería
• Edelmiro Jesús Ramón Navarro(27). Empleado
• Fernando Aguirre, (20). Empleado
- Fernando Lisardo, (20). Empleado
• Pedro Bernardini, (28). Obrero metalúrgico
• Edgardo Salcedo, (24). Estudiante
• Víctor Chazarreta, (32). Obrero metalúrgico
Los Hechos
El 28 de setiembre de 1966 durante la dictadura militar de Juan Carlos Ongania, quien había derrocado al presidente Arturo Illia, 18 jóvenes peronistas al mando de Dardo Cabo, abordaron un vuelo comercial de Aerolíneas Argentinas que se dirigía a Río Gallegos con 35 personas a bordo, entre quienes se encontraba, de manera casual, el Gobernador de Tierra del Fugo. También se encontraba entre los pasajeros el histórico periodista y propietario del diario Crónica, Roberto García, quien había aceptado viajar como fotógrafo/cronista del audaz acto de soberanía llamado “Operación Cóndor”.
Durante el vuelo el avión es desviado de su ruta hacia las Islas Malvinas, donde aterrizó de manera precaria e improvisada sobre el suelo helado de las islas. Allí bajaron del avión con siete banderas argentinas, plantaron una de ellas para cantar el Himno Nacional y bautizaron el lugar como Puerto Rivero, en honor al gaucho Antonio Rivero, que en el año 1833 resistió durante varios meses la invasión inglesa a nuestras islas.
Prontamente fueron rodeados por policías y algunos pobladores. Los cóndores decidieron tomar a siete rehenes entre los que se encontraba el gobernador de Tierra del Fuego.
Dardo Cabo se dirigió a la Comandancia y pidió la rendición. Pero los ingleses exigieron a los argentinos que se entregaran a las autoridades. Los cóndores no acataron el pedido y pasaron la noche en el avión, desde donde se comunicaron con radio aficionados para dar cuenta de su aterrizaje en Malvinas.
Al día siguiente llegaron a un acuerdo con la autoridades locales: No se rendirán ante los ingleses y entregarían las armas al comandante del avión, única autoridad que reconocen por ser argentino. El sacerdote Rodolfo Roel fue mediador y una vez que dejaron la nave se alojaron en su capilla.
El 1° de octubre fueron trasladados al barco argentino “Ara Bahía Buen Suceso” que los transportó a la ciudad de Ushuaia, donde fueron procesados y juzgados por un juez federal de Tierra del Fuego. La mayoría de los cóndores fueron condenados a nueve meses de prisión, pero Dardo Cabo, Alejandro Giovenco y Juan Carlos Rodríguez permanecieron presos tres años.
Las Banderas
A pesar de las requisas y el intento de los ingleses por apoderarse de las banderas, los jóvenes lograron conservarlas con ellos y las entregaron al comandante del barco que los trasladó a Tierra del Fuego.
Posteriormente, Dardo Cabo consiguió que les fueran devueltas durante el juicio.
En octubre de 2012 la Presidenta Cristina Fernández recibió de manos de María Cristina Verrier, ex esposa de Dardo Cabo, las banderas que flamearon en Malvinas. Estaban en su poder y fueron entregadas en custodia a la Jefa de Estado.
Finalmente fueron emplazadas en espacios simbólicos. Una fue depositada en el mausoleo que guarda los restos del ex presidente Néstor Kirchner, en Río Gallegos, otra en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso Nacional.
También en la Basílica de Luján y en la Basílica de Itatí, en Corrientes.
Otra de las banderas está en el Museo del Bicentenario en la Casa Rosada, y otra en el Museo de las Islas Malvinas en el Espacio de la Memoria, ex ESMA.
Andrés Castillo
Un Cóndor que continúa volando
Fue uno de los 18 jóvenes que participó del operativo ese 28 de setiembre de 1966. En ese momento era empleado de la Caja Nacional de Ahorro y Seguro y en los años 70 fue cofundador de a Juventud Trabajadora Peronista (JTP) y dirigente gremial. Durante la dictadura cívico – militar de 1976 fue detenido desaparecido y llevado al Ex centro clandestino de detención de la ESMA. Posteriormente fue liberado y tuvo que exiliarse en España. Con la vuelta de la democracia, en el año 1983, fue reincorporado a la Caja de Ahorro donde ganó nuevamente las elecciones gremiales, asumiendo como delegado general, cargo que aún conserva. Actualmente es Secretario General Adjunto del Gremio Bancarios.
Hace pocos días Andrés fue entrevistado en el programa “Filosofía Rock” de Radio Caput, conducido por Elizabet Vega.
Allí expresó con mucha claridad los objetivos y la transcendencia de los hechos:
“Nuestro objetivo era reivindicar la soberanía de las Islas Malvinas, que era un tema escondido y olvidado por la historia oficial… Para nosotros Malvinas no era una aventura, era un ideal… una tierra olvidada que para nosotros significaba soberanía y para los liberales era un pedazo de tierra y nada más. Pero para los intereses del imperio, Malvinas está relacionada con petróleo, con riqueza marítima, pero sobre todo, con un lugar estratégico geopolíticamente, ya que es la puerta de entrada a la Antártida”.
Andrés se emociona cuando recuerda su primer instante sobre el suelo de las las Islas: “Nos bajamos del avión con una cuerda, yo baje primero y cuando pisé el suelo de Malvinas sentí una emoción tan grande que es imborrable, cada vez que lo recuerdo siento al misma sensación dentro mío”.
Laila Linares/ Agenda del Sur