Mariano Ferreyra fue ultimado en Barracas, durante un acto donde apoyaba a los trabajadores ferroviarios tercerizados. Tenía 23 años y fue víctima del ataque de una patota armada organizada por el ex secretario general de la Unión Ferroviaria José Pedraza.

Una Vida Arrancada en su Plenitud

Mariano Ferreyra era un pibe introvertido que abrazó la militancia política muy joven cuando apenas tenía 13 años.

Creció en la zona del Viaducto, en Sarandi, donde vivía con sus padres y su hermana más chica. Fue presidente del Centro de Estudiantes de la escuela secundaria donde estudió y fue candidato a consejero escolar de Avellaneda por el Partido Obrero. Metalúrgico de profesión, había hecho un curso en la municipalidad para tener un oficio y cursaba el CBC para seguir la licenciatura de historia.

En el 2006, había intentado evitar el desalojo de la ex fábrica Sasetru ubicada en Sarandí. En el 2002, apoyó las marchas que pedían Justicia por los crímenes de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, los manifestantes asesinados en la llamada Masacre de Avellaneda.

El recuerdo de sus compañeros de Militancia:

Mariano Ferreyra, compañero, amigo, hasta la victoria siempre Mariano se hizo compañero y amigo de nosotros, de la UJS y del PO, cuando todavía no había terminado el secundario. Su hermano lo había hecho unos meses antes. Desde entonces, fue siempre un orgullo estar a su lado, escucharlo y desarrollar con él nuestras inquietudes.

Lo conmovieron las grandes movilizaciones piqueteras y la rebelión popular de 2001.

Desde el comienzo se destacó como dirigente en Avellaneda. Constructor de la UJS, combinó su actividad en el movimiento estudiantil con la participación en las principales luchas obreras y populares que conmovieron

a su pago chico y al país. Estuvo al frente en la lucha por la recuperación de Sasetru bajo gestión obrera. Impulsó el movimiento estudiantil, el centro de estudiantes en el Simón Bolívar de Sarandí, donde cursó la

secundaria. La sede del CBC de Avellaneda lo tendrá para siempre en su historia como uno de sus principales organizadores, probablemente el principal. Por su gran autoridad política, sus compañeros de la UJS lo

apodaban fraternalmente “el Jefe”.

Militaba desde hacía unos meses junto a los ferroviarios. Participó, electo como delegado, de los tres últimos congresos del Partido Obrero.

Fue trabajador metalúrgico. Fanático de la música y el cine, incursionó en distintos proyectos musicales y estaba definiendo su ingreso a alguna de las escuelas artísticas de Avellaneda. Adoraba a sus hermanas y a su hermano mayor.

“Marianito”, el benjamín de nuestros adultos de la zona sur, era concienzudo, parsimonioso, siempre ávido de formación política. Tenaz como pocos, cursó dos años del profesorado de Historia en el Instituto Nº 1,

también en Avellaneda.

Nunca se achicó ante situaciones difíciles. Que se encontrara en la primera línea de lucha junto a los obreros no sorprende.

Confesó en repetidas oportunidades su deseo de luchar durante toda su vida, una necesidad que había hecho con pasión.

La juventud y la clase obrera han perdido a quien ya era gran cuadro político.

La lacra burocrática a la que combatió con energía, pasión e ideas cegó su vida cuando apenas contaba con 23 años.

En nuestro recuerdo, en estas horas tremendas, se mezclan decenas de anécdotas políticas y personales, todas lozanas y divertidas, quizás el resultado, el mejor, de luchas compartidas.

Sus compañeros más cercanos lo recordamos por su gran compañerismo. Reconocía y defendía a ultranza el valor de cada uno de aquéllos que combatían codo a codo con él y compartían su lucha y sus ideales.

Marianito va a estar presente en cada día de nuestro futuro.

Qué pena tener que decirte tan temprano, “hasta la victoria, siempre”.

Jacyn, El Bé y los pibes de la UJS Avellaneda

Fuente: Partido Obrero de Avellaneda