Los trabajadores y el pueblo argentino son los verdaderos padres de la democracia. El 30 de marzo de  1982 una masiva movilización popular colmó Plaza de Mayo. Esa era la primera vez, desde 1976, que el movimiento obrero en forma masiva enfrentaba a la sangrienta dictadura militar. La convocatoria la hizo una desbastada CGT, pero por sobre todo decenas de miles de personas y organismos defensores de Derechos Humanos. La fecha se inscribe en el recuerdo de una de las grandes gestas del movimiento obrero argentino,  la CGT Brasil, comandada por el dirigente cervecero Saúl Ubaldini, convocó a la jornada de lucha todo el país con las consignas “Paz, Pan y Trabajo” y “Luche y se Van”, contra las políticas de una dictadura militar que ingresaba en sus capítulos finales.

Es de destacar que durante todo este período los trabajadores tuvieron que utilizar todas las estrategias de lucha que habían adquirido en la Resistencia de los ’60.

 Y no fue casual que más del 40% de los desaparecidos, torturados y encarcelados pertenecieran a la clase trabajadora. Esto formó parte de un plan sistemático de destrucción de la industria nacional.
Se perseguían a los delegados de base, comisiones internas, consejos directivos, secretariados generales.

Pero el 30 de marzo de 1982 en las calles se cantaba ¡Se va a acabar, se va a acabar  la dictadura, militar! Ese día, hubo miles de detenidos el país y en Mendoza fue asesinado Benedicto Ortíz

Un ejercicio de resistencia extraordinario que mostró el descontento popular y la voluntad de lucha de un pueblo, así como también la vigencia del aparato represivo del Estado que generaría el asesinatos del trabajador y sindicalista textil José Benedicto Ortiz y más de 2500 heridos y unos 4 mil detenidos en todo el territorio nacional.

Tres días después en su desesperación por aferrarse al poder la dictadura desembarcaba en las Islas Malvinas.