Hace 211 años comenzaba el camino hacia la conformación de la Patria, hacia nuestra liberación. Una Patria condicionada y a la que había que esculpir a fuerza del coraje y las convicciones de un sector de la sociedad criolla que buscaba independizarse del imperio español. Los ejércitos patriotas dejaron su sangre en los campos de batalla luchando contra los colonizadores y las élites colonizadas.
Si el General Belgrano y el General San Martín no hubiesen desobedecido muchas órdenes de las autoridades que se sucedían en Buenos Aires por aquellos años, tal vez seguiríamos siendo una colonia española. Porque los cipayos argentinos también nacieron en 1810.
Pero en ese 25 de Mayo, al mismo tiempo, se inició un camino de luchas populares que llegan hasta nuestros días y que tuvieron genuinos antecedentes en las sublevaciones de los pueblos originarios contra el imperio español y en la Defensa y Reconquista del pueblo de Buenos Aires frente al imperio inglés.
Dos modelos de país se enfrentaron desde aquel 25 de mayo: el de la clase “principal y sana de la población” (los privilegiados) y el de los movimientos populares.
El primero, ha impulsado a lo largo de nuestra historia la subordinación cultural y económica a los países “centrales” a través de un modelo liberal-conservador y ahora financiero, que nos ubica como un país agroexportador, de especulación y fuga de capitales, que contrae impagablesdeudas externas. Un país en donde, al banquete de la distribución se sientan muy pocos.
El segundo, conformado por los movimientos y partidos populares, que en todas las épocas han levantado las banderas de la justicia social y de la liberación de toda influencia externa que agravie nuestra Soberanía. Un modelo nacional y popular que promueve el desarrollo industrial y tecnológico con justicia social, trabajo digno y educación para todos.
Doscientos once años después que comenzó este camino, con avances y retrocesos, nos encontramos nuevamente con una deuda externa, tomada por los entregadores de siempre, que compromete seriamente nuestra soberanía, nuestro desarrollo económico y la posibilidad de esa patria justa y libre con la que soñamos los que nos sentimos verdaderamente argentinos.
Agenda del Sur