El 25 de junio de 1806 una poderosa escuadra británica desembarca en Quilmes. Más de 1500 hombres, al mando del general Beresford, avanzaron sobre Buenos Aires.
Sin mayores dificultades las tropas ocuparon la Plaza Mayor de la ciudad e hicieron flamear su bandera en el fuerte. Ante la huida del virrey y la aceptación de la situación por parte de algunos comerciantes todo parecía estar encaminado al éxito militar y político de la operación inglesa. Pero para la abrumadora mayoría del pueblo sentía como una afrenta a su dignidad la presencia del invasor y así comenzó a gestarse una resistencia armada para expulsar a las tropas inglesas.
El jefe del destacamento de Ensenada de Barragán, Santiago de Liniers se trasladó a Montevideo para organizar las milicias para recuperar a Buenos Aires
Lo hizo con la ayuda de Martín de Alzaga en la ciudad y de Juan Martín de Pueyrredón en los alrededores. Incluso después del combate de Perdriel -una derrota de las pocas tropas patriotas reunidas hasta el momento- crecía en Buenos Aires la decisión a recuperar militarmente la ciudad.
Miles de hombres de distintas procedencias se transformaron en improvisados soldados, sumándose a pocas las tropas virreinales existentes, a las que se sumaron los niños, ancianos y mujeres que participaron activamente en las acciones de la recuperación. El centro de la antigua ciudad iba convirtiéndose en una trampa para los británicos sin que ellos lo advirtieran.
La resistencia popular durante las invasiones inglesas.
La población en su gran mayoría era hostil a los invasores. Decidió entonces prepararse para la resistencia.
Los ranqueles fueron de los primeros en reaccionar contra los invasores: ofrecieron sus mejores lanceros para combatir al invasor.
También apareció en Buenos Aires el primer ensayo de guerrilla urbana de nuestra historia. Un grupo de criollos y de catalanes se propusieron volar el fuerte de Buenos Aires y todas las posiciones inglesas.
Prepararon explosivos que debían estallar en la residencia de Beresford y la oficialidad invasora, y en el Teatro de la Ranchería, que se había transformado en el cuartel general inglés.
Para cumplir su propósito, alquilaron una casa vecina a La Ranchería y desde allí iniciaron las excavaciones.
Cuando los complotados tenían todo listo para la voladura llegaron las tropas de Liniers y por seguridad se resolvió suspender los atentados.
Otros integrantes del grupo, propusieron organizar una banda secreta de cuchilleros para pasar a degüello a todos los ingleses.
Martín Rodríguez, por su parte, planeó secuestrar al jefe invasor: “con diez mozos resueltos, bien montados y armados”. Finalmente el operativo se suspendió por el temor que los ingleses se vengaran contra la población.
Otro episodio tuvo como protagonista a Manuela Pedraza, “La Tucumana”. Mujer de un cabo, entró a la plaza con su marido, mató con sus manos al primer inglés que tuvo al alcance y se apoderó de su fusil.
Liniers la recomendó al rey y Carlos IV la nombró subteniente de infantería con uso de uniforme y sueldo.
A fines de junio de 1806, una bajante del Río dejó varado al buque inglés Justine. Un grupo de jinetes atacó el barco y rindieron a los marinos.
El jefe del operativo se llamaba Martín Miguel de Güemes.
Martina Céspedes, dueña de un pequeño negocio de despacho de bebidas del barrio de San Telmo junto con sus tres hijas, ideó la forma de contribuir a la lucha.
Así fue como doce integrantes de la tropa invasora tuvieron la mala idea de golpear la puerta del boliche de Martina. La dueña de casa les abrió y les dijo que los atendería con la condición de que entraran de a uno.
A medida que ingresaban se iban convirtiendo en prisioneros de Martina.
Martina le entregó los prisioneros a Liniers, quien le otorgó el grado y uniforme de sargento mayor. Doña Martina lució el uniforme en los festejos públicos por muchos años.
La Reconquista
El 4 de agosto Liniers desembarca en Tigre con unos 1500 hombres, a los que se van sumando vecinos y avanza sobre Buenos Aires.
El 12 de agosto las tropas criollas avanzaron por las actuales calles San Martín y Reconquista hasta hacer retroceder a los ingleses. Tras encarnizados combates los criollos desalojan a los ingleses de la calles del casco céntrico. Los últimos escuadrones Británicos con Beresford al mando se refugian en el fuerte.
Los soldados y el pueblo rodean el Fuerte y se preparan para tomarlo.
Beresford iza la bandera Blanca.
Más de 400 cientos ingleses y más de 400 vecinos y soldados criollos yacen muertos en la Plaza.
El imperio británico se rinde ante el pueblo de Buenos Aires.
Son la tres de la tarde del 12 de agosto de 1806.
En el Convento de San Francisco de la Ciudad de Buenos Aires, se exhiben -como trofeos de guerras- las banderas británicas del regimiento que intentó tomar Buenos Aires en 1806.