Con Néstor Kirchner la Argentina recuperó su soberanía. La política exterior dejó de estar ligada a los intereses y órdenes de Washington, dando lugar a la integración regional con países sudamericanos y al fortalecimiento del Mercosur y de esa “Patria Grande” con que soñaron San Martín, Bolivar y Perón, entre otros patriotas.


Durante los días 4 y 5 de noviembre del 2005, Argentina fue la sede de la IV Cumbre de las Américas en la ciudad de Mar del Plata. Allí se reunieron los dirigentes de toda América para tratar el desarrollo regional, incluido el presidente norteamericano, George W. Bush.
Por suerte para los argentinos, Néstor Kirchner era nuestro presidente y el anfitrión de la cumbre, que concluyó con una derrota política del presidente de Estados Unidos que no logró el respaldo necesario para incluir una resolución a favor del ALCA.

 ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) era el nombre oficial con que se designaba la expansión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte con el resto de los estados del continente americano, excluyendo a Cuba. Un tratado desigual entre las economías hiperdesarrolladas  del norte y las de Latinoamérica, que llevaría a la desindustrialización de las economías regionales.


La Cumbre era resistida por muchos sectores sociales y políticos de Sudamérica, a tal punto que se organizó una Contracumbre paralela, liderada por el presidente Hugo Chávez, en la cual hubo encendidos discursos antiimperialistas y que culminó con la famosa consigna del venezolano
“ALCA, ALCA, Al Carajo”.

De este nuevo ordenamiento, y de la claridad y fortaleza de algunos líderes latinoamericanos como Kirchner, Chavez , Lula y Evo Morales, entre otros, surge la posibilidad histórica de enfrentar el ALCA y aquella decisión fue también el nacimiento de la Unión de Naciones del Sur (UNASUR), indispensable para frenar la globalización y el neoliberalismo imperante y que hoy sería tan importante recuperar.

Laila Linares/Agenda del Sur