En el marco del día mundial de la Educación Ambiental ACUMAR presenta el trabajo que junto a la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, llevó adelante para sistematizar las experiencias pedagógicas y los saberes en torno a la educación ambiental de los docentes que trabajan en la Cuenca Matanza Riachuelo.

Desde 1972 cada 26 de enero, se celebra en todo el mundo el día de la Educación Ambiental, con el objetivo de enfatizar la importancia de la educación como generadora de conciencia sobre el cuidado del ambiente.

En este marco, ACUMAR presenta “Documentación Narrativa de Experiencias Pedagógicas. Relatos de Educación Ambiental en la Cuenca Matanza Riachuelo”, un documento resultado del trabajo articulado junto con investigadoras e investigadores de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires que recopila los saberes, prácticas y experiencias realizadas por docentes de diferentes municipios de la Cuenca, en materia de educación ambiental.

“La Educación Socioambiental es uno de los pilares en el plan de saneamiento. Es clave poder difundir, expandir y llevar a cada rincón de la Cuenca, el conocimiento y la concientización en relación al entorno en el que vivimos, tanto para preservarlo como para dejar de dañarlo”, explicó el presidente del organismo, Martín Sabbatella.

Durante 2021 se llevaron adelante una serie de talleres, junto al Programa de Extensión Universitaria Red de Formación Docente y Narrativas Pedagógicas y el Grupo Memoria Docente y Documentación Pedagógica, con el objetivo de reconocer y valorar las experiencias docentes, y a partir de ellas fortalecer las herramientas de formación vinculadas a educación ambiental en la Cuenca Matanza Riachuelo, articulando el trabajo de docentes, investigadoras e investigadores.

“En esta historia lo más importante son los pibes del Docke. Que, tal vez sin querer me acercaron a la educación ambiental” relata Alejandra Greño, una de las docentes que participó de esta experiencia, y agrega, “derrames de tambores en el puerto, nubes tóxicas que nos dejaban internados, olores de todo tipo (que los vecinos se cansaban de denunciar) y nosotros según el olor aprendimos a reconocer qué empresa estaba en pleno funcionamiento (…) Doce años después ya no tengo alumnxs con plomo en sangre, ni problemas respiratorios ni retraso madurativo, pero sigo levantando la bandera de la educación ambiental”, afirma la docente de Avellaneda.

En el “Taller de documentación narrativa de experiencias pedagógicas. Experiencias de educación ambiental en la Cuenca Riachuelo Matanza”, parte del equipo de la red trabajó junto a las, les y los docentes para registrar de manera escrita la experiencia educativa en materia ambiental con la idea de generar un corpus que luego pueda ser compartido con el resto de la comunidad educativa de la Cuenca.

Mauro Masone es docente en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, también participó de los talleres, y relata en este trabajo: “luego de una campaña de recolección de tapitas de plástico en la escuela, me preguntó: “¿Qué es lo que haremos con ellas?” A lo cual yo le respondí que las donaríamos a una organización social que las necesitara. Él se quedó sorprendido y con su carita entre vergonzosa y pudorosa se animó a decirme: “¿Y si me las dona a mí? (…) “¡Gracias, profe!¡Con esto hoy mi mamá va al supermercado y compra muchas cosas para comer!”.

El proyecto se propuso repensar las trayectorias profesionales docentes en territorio, reconstruir, indagar y reflexionar acerca de las prácticas que cada docente viene desplegando en torno a la educación ambiental y hacerlo a través de la escritura de relatos narrativos como vía para documentar, sistematizar, conocer, resignificar, cuestionar, reformular lo que aconteció en torno a sus experiencias pedagógicas.

«Nos enteramos por el relato de algunos de los chicos, como José y Jonathan, que sus compañeros faltaban al cole porque en ese horario iban a “la quema”. Ellos lo sabían. Ellos nos contaban que esos chicos con alguno de su familia revolvían la basura” relata en otro pasaje Jordana Rucci, docente de Ezeiza, y continúa, “así tomó sentido el ausentismo, así dimensionamos por qué estando presentes en el aula estaban ausentes. ¿Dónde estábamos mirando nosotras?, ¿Estábamos mirando?, ¿Dónde estaba la escuela para ellos? (…) Los chicos de sexto grado investigaron profundamente sobre el tema (…) trabajaron conjuntamente con ACUMAR para saber más sobre esta problemática, buscaron sustento legal para erradicar la quema del barrio (…) La zona de la quema ahora es un lugar verde, cuidado, donde a diario se trabaja para hacer de nuestro lugar un espacio más saludable”, cuenta la docente.

ACUMAR trabaja la Educación Ambiental en tres niveles: En el sistema educativo, principalmente a través del Programa de Escuelas por la Cuenca y acompañando la implementación de la Ley Nacional de Educación Ambiental Integral, con propuestas de capacitación docente, salidas educativas, concursos ambientales, olimpíadas y talleres. A través de la formación interprofesional y educación permanente en salud, con participación en congresos, capacitación interna y formación de personas promotoras, implementación de la Ley Yolanda. Y, finalmente, con acciones de educación para la salud y educación comunitaria ambiental para llegar a toda la población de la Cuenca.

Fuente: Prensa ACUMAR