(Escribe Marcelo Ramal). La inscripción formal de su alianza nacional obligó a Javier Milei a explicitar un programa o plataforma electoral. Pareciera que el “libertario” proyecta un gobierno autocrático o vitalicio, porque ha concebido un plan de ¡35 años!, dividido en tres etapas. Menos pretenciosamente, podría suponerse que Milei colocó en una ‘primera etapa’ a sus objetivos concretos en materia antiobrera y propatronal, dejando para las otras ‘fases’ al ‘folklore’ fascistoide. En este último caso, se inscribe la apertura de un registro de armas a lo Trump, la supresión del derecho al aborto o la eliminación de la ESI en las escuelas.
Lo que la plataforma promete con urgencia es la “flexibilización laboral”. Aunque no lo menciona, ello implica acentuar el actual régimen de ingresos sujetos a la productividad, es decir, un régimen permanente de sobreexplotación laboral. Lo que sí menciona explícitamente es la eliminación de la indemnización por despido, a cambio de un seguro de desempleo, que no dice cómo se financiará –seguramente, con aportes provenientes de los propios ingresos del trabajo-. Estas propuestas de “flexibilidad” son presentadas como pasaporte a la prosperidad social, aunque sus consecuencias ya se encuentran a la vista hoy. El actual avance de la precarización del trabajo, con 40 % de la fuerza laboral que vive de changas, trabaja con “factura” o simplemente en negro, constituye la base del mayor empobrecimiento que haya tenido lugar en la clase obrera argentina. Lo que los estadísticos llaman un “elevado nivel de empleo y también de pobreza” es la existencia de una reforma laboral de hecho. Milei, en este punto, llega tarde, aunque pretende seducir al capital sobre la posibilidad de consolidar legalmente esa contrarrevolución laboral.
La plataforma de Milei ‘aclara’ que las reformas en el contrato de trabajo no serán retroactivas; es un gancho que los libertarios le ofrecen a la burocracia sindical: un despojo de derechos para las nuevas generaciones de trabajadores, mientras las anteriores camadas van perdiendo gravitación al calor de las jubilaciones o las renuncias “voluntarias”. Una indicación de que el “tigre” liberal, al igual que Larreta o Bullrich, ha tendido sus puentes con la calle Azopardo.
La plataforma incluye otro lugar infaltable en la agenda del capital: una reforma previsional dirigida a “recortar el gasto del Estado en jubilaciones y pensiones”, por la vía de restaurar el “sistema de capitalización privado”. Pero el libertario miente en lo que respecta a “recortar el gasto”: una privatización del régimen jubilatorio conduciría a transferir una parte de los fondos del ANSES a cuentas privadas, para los trabajadores que resuelvan pasarse a un régimen de capitalización. De este modo, el defensor a ultranza de la ‘propiedad privada’ y la ‘libertad’ debutaría con una confiscación a gran escala de los ahorros jubilatorios. Con esos fondos previsionales menguados, el Estado debería seguir afrontando sus anteriores jubilaciones y pensiones. Es lo que ya ocurrió en los años 90 y condujo a un fenomenal incremento del déficit fiscal y del endeudamiento público. Pero, en definitiva, es esto último lo que buscan los Milei: ‘crear’ un déficit que sirva para alimentar el mercado de deuda.
Moneda y Banco Central
De un modo difuso y dentro de las reformas de “segunda”, la plataforma incluye al hit de Milei: la dolarización o libertad de monedas y la “desaparición del Banco Central”. Como todos los del credo libertario, Milei atribuye las crisis económicas a las regulaciones monetarias y financieras de las bancas centrales. La “desregulación” que propugnan, sin embargo, ha conducido a crisis tan intensas como las que tuvieron lugar bajo la regulación de la Reserva Federal o el Banco de Inglaterra. Es lo que ocurrió, por ejemplo, en la Argentina “liberal” de 1880, cuando aplicó a su manera el régimen de “competencia de monedas” que propugna Milei. En aquel momento se autorizó a los bancos privados a emitir moneda propia, cuya supuesta garantía en oro era solo la pantalla de un fabuloso endeudamiento externo. Esa primitiva experiencia ‘mileista’ -conocida como “el sistema de Banco Garantidos”- desembocó en la crisis del 90, el primer default significativo en la historia del país. En nombre de terminar con la “maldita especulación”, Milei propone separar al sistema bancario en dos sectores: uno, la banca convencional, limitada a la recepción de depósitos a la vista y sin posibilidad de otorgar préstamos; otro, “banca de inversión” , hoy representada en los actuales fondos internacionales que operan por afuera de las regulaciones bancarias. Es el programa estratégico de los BlackRock, Templeton y otros. El libertarianismo es el lobby político de la banca en las sombras, integrada también por los operadores de criptomonedas. Los desreguladores libertarios atribuyen las crisis capitalistas a las manipulaciones monetarias de los bancos centrales; del otro lado de esa grieta, los “reguladores” se lo atribuyen a los “fondos sin control”. Unos y otros desconocen que detrás del velo de la moneda se encuentra el régimen social capitalista y sus contradicciones insuperables.
El Estado, el gasto, la inversión pública
No puede sorprender que el programa de Milei incluya drásticos “recortes” en el gasto público, del tipo de un plan de retiros voluntarios y despidos en el Estado. La tijera de Milei, sin embargo, deja afuera a la chorrera de subsidios y exenciones a capitalistas, que algunos sitúan en el 4,5 % del PBI. Ahora bien: después de plantear ‘reducir el gasto’, la plataforma libertaria abre generosamente su bolsillo, ¿en favor de quién? Del “fomento a la inversión privada” y los “incentivos a la inversión en petróleo y gas”. “Fomento e incentivos” son dos palabras características del ‘capitalismo prebendario’, del cual los libertarios dicen abjurar. Pero según se ve en esta plataforma, la “iniciativa privada” y “sin injerencia del Estado” termina donde empiezan los intereses capitalistas. Para que no queden dudas, Milei señala que, como parte de ese fomento, debe abordarse la “infraestructura portuaria y aeroportuaria” y la “ampliación de la red vial” para el transporte interior de mercaderías y para el comercio exterior. Por un lado, una gran plataforma de inversión pública que subsidia al capital agrario e industrial con puertos y caminos Por el otro, se trata de un bocado de cardenal para la patria contratista. Después de invertir durante años en su pupilo, los Eurnekian han conseguido de Milei la “tasa de retorno” correspondiente. En otro orden, la plataforma menciona la necesidad de “perfeccionar la Emergencia Agropecuaria”, que es un régimen estatal de rescate al capital agrario. El ‘ajuste’ contra la educación o la salud pública y los despidos apuntan a colocar los recursos del Tesoro al servicio de las necesidades del capital. En la financiación de este paquete, naturalmente, deberían entrar los fondos internacionales, con garantía última del Tesoro. Milei ha resultado una remake del “viejo” Estado subsidiario del capital. La pantomima de la “libertad” es solamente eso, una escenificación.
Fuente: Política Obrera