A un año del aberrante bombardeo a Plaza de Mayo (donde murieron más de 300 civiles inocentes) y del posterior golpe militar de 1955 -llevado a cabo por las fuerzas armadas argentinas, impulsadas ideológica y logísticamente desde el exterior- comienza a organizarse la “resistencia peronista”. Avellaneda tuvo un rol protagónico en esta jornada.
Resistencia peronista y fusilamientos
Miles de obreros y dirigentes gremiales habían sido despedidos de sus trabajos, algunos fueron presos y otros tuvieron que pasar a la clandestinidad.
Los delegados y militantes de las fábricas comenzaron a reunirse con activistas políticos, la mayoría clandestinos, y programaron acciones de lucha contra la feroz dictadura. Al mismo tiempo, cientos de militares adherentes al gobierno peronista habían sido encarcelados y muchos de ellos creían en la posibilidad de retomar el poder. Ambos grupos comienzan a interactuar y se realizan reuniones secretas para delinear las estrategias de un plan de “levantamiento” general para el día 9 de junio de 1956.
Avellaneda tuvo un rol protagónico en esta jornada
El General Juan José Valle, que había recobrado su libertad pero seguía vigilado, pasó a la clandestinidad refugiándose en la casa de una familia en Avellaneda. Desde allí, junto a otros oficiales del país, planificó un plan sincronizado para el 9 de junio.
El 9 de junio, oficiales y suboficiales en actividad, militares retirados y civiles, tomarían varios puntos militares claves en todo el país para avanzar desde allí sobre el resto de los regimientos. El epicentro del operativo estaría en Avellaneda, en la escuela industrial conocida como “Palaa”, donde se iba a montar una radio clandestina a cargo del Coronel José Irigoyen y el Capitán Jorge Costales, que debía transmitir una proclama peronista para informar a la población de los hechos y serviría de señal a todas las células en el resto del país, a las 23 horas.
La radio clandestina no logró transmitir ese día. porque el gobierno de facto conocía el plan de antemano, y los dos oficiales junto a varios civiles son capturados y llevados a la comisaría 1°de Avellaneda para luego ser trasladados a la Unidad Regional de Lanús. Luego de una parodia de juicio, son fusilados, el Coronel Irigoyen, el Capitán Costales y los civiles Dante Lugo, Osvaldo Albedro, Clemente Ross y Norberto Ross, este último menor de edad.
Con el correr de las horas se va desbaratando en todo el país el operativo de los rebeldes contra la dictadura militar, quienes son apresados y muchos de ellos fusilados. El más aberrante de todos los fusilamientos de esa jornada es el que se llevó a cabo en los basurales de José León Suarez a doce vecinos que se encontraban en una casa de la localidad de Florida escuchando la pelea de los boxeadores Lausse y Loaysa. No todos eran peronistas, pocos estaban enterados que la revolución estaba programada para esa noche y ninguno participó de un hecho concreto. De los doce detenidos, siete lograron escapar con vida del basural.
El General Valle, al enterarse de lo que estaba sucediendo, decide entregarse y es fusilado el 12 de junio de 1956.
No hubo juicios ni principio de inocencia. Tampoco jueces ni fiscales. Mucho menos, abogados defensores. Si hubo una Junta Consultiva (cívico-militar) que avaló los fusilamientos.
Estaba constituida militares y dirigentes políticos, entre otros por:
•Presidente: Vicepresidente de la Nación de facto, almirante Isaac F. Rojas;
•Unión Cívica Radical: Oscar Alende, Juan Gauna, Oscar López Serrot y Miguel Ángel Zavala Ortiz.
•Partido Socialista: Américo Ghioldi, Alicia Moreau de Justo, Ramón Muñiz y Nicolás Repetto;
•Partido Demócrata Nacional (conservador): José Aguirre Cámara, Rodolfo Corominas Segura, Adolfo Mugica y Reinaldo Pastor;
•Partido Demócrata Progresista: Juan José Díaz Arana, Luciano Molinas, Julio Argentino Noble y Horacio Thedy;
•Partido Demócrata Cristiano: Rodolfo Martínez y Manuel Ordóñez;
•Unión Federal (nacionalista): Enrique Arrioti y Horacio Storni.”
Carta del general Valle al general Aramburu antes de ser fusilado
Dentro de pocas horas usted tendrá la satisfacción de haberme asesinado. Debo a mi Patria la declaración fidedigna de los acontecimientos. Declaro que un grupo de marinos y de militares, movidos por ustedes mismos, son los únicos responsables de lo acaecido.
”Para liquidar opositores les pareció digno inducirnos al levantamiento y sacrificarnos luego fríamente. Nos faltó astucia o perversidad para adivinar la treta.
”Así se explica que nos esperaran en los cuarteles, apuntándonos con las ametralladoras, que avanzaran los tanques de ustedes aun antes de estallar el movimiento, que capitanearan tropas de represión algunos oficiales comprometidos en nuestra revolución. Con fusilarme a mí bastaba. Pero no, han querido ustedes, escarmentar al pueblo, cobrarse la impopularidad confesada por el mismo Rojas, vengarse de los sabotajes, cubrir el fracaso de las investigaciones, desvirtuadas al día siguiente en solicitadas de los diarios y desahogar una vez más su odio al pueblo. De aquí esta inconcebible y monstruosa ola de asesinatos.
”Entre mi suerte y la de ustedes me quedo con la mía. Mi esposa y mi hija, a través de sus lágrimas verán en mí un idealista sacrificado por la causa del pueblo. Las mujeres de ustedes, hasta ellas, verán asomárseles por los ojos sus almas de asesinos. Y si les sonríen y los besan será para disimular el terror que les causan. Aunque vivan cien años sus víctimas les seguirán a cualquier rincón del mundo donde pretendan esconderse. Vivirán ustedes, sus mujeres y sus hijos, bajo el terror constante de ser asesinados. Porque ningún derecho, ni natural ni divino, justificará jamás tantas ejecuciones.
”La palabra ‘monstruos’ brota incontenida de cada argentino a cada paso que da.
”Conservo toda mi serenidad ante la muerte. Nuestro fracaso material es un gran triunfo moral. Nuestro levantamiento es una expresión más de la indignación incontenible de la inmensa mayoría del pueblo argentino esclavizado. Dirán de nuestro movimiento que era totalitario o comunista y que programábamos matanzas en masa. Mienten. Nuestra proclama radial comenzó por exigir respeto a las instituciones y templos y personas. En las guarniciones tomadas no sacrificamos un solo hombre de ustedes. Y hubiéramos procedido con todo rigor contra quien atentara contra la vida de Rojas, de Bengoa, de quien fuera. Porque no tenemos alma de verdugos. Sólo buscábamos la justicia y la libertad del 95% de los argentinos, amordazados, sin prensa, sin partido político, sin garantías constitucionales, sin derecho obrero, sin nada. No defendemos la causa de ningún hombre ni de ningún partido.
”Es asombroso que ustedes, los más beneficiados por el régimen depuesto, y sus más fervorosos aduladores, hagan gala ahora de una crueldad como no hay memoria. Nosotros defendemos al pueblo, al que ustedes le están imponiendo el libertinaje de una minoría oligárquica, en pugna con la verdadera libertad de la mayoría, y un liberalismo rancio y laico en contra de las tradiciones de nuestro país. Todo el mundo sabe que la crueldad en los castigos la dicta el odio, sólo el odio de clases o el miedo. Como tienen ustedes los días contados, para librarse del propio terror, siembran terror. Pero inútilmente. Por este método sólo han logrado hacerse aborrecer aquí y en el extranjero. Pero no taparán con mentiras la dramática realidad argentina por más que tengan toda la prensa del país alineada al servicio de ustedes.
”Como cristiano me presento ante Dios, que murió ajusticiado, perdonando a mis asesinos, y como argentino, derramo mi sangre por la causa del pueblo humilde, por la justicia y la libertad de todos no sólo de minorías privilegiadas. Espero que el pueblo conozca un día esta carta y la proclama revolucionaria en las que quedan nuestros ideales en forma intergiversable. Así nadie podrá ser embaucado por el cúmulo de mentiras contradictorias y ridículas con que el gobierno trata de cohonestar esta ola de matanzas y lavarse las manos sucias en sangre. Ruego a Dios que mi sangre sirva para unir a los argentinos. Viva la patria.”
Juan José Valle. Buenos Aires, 12 de junio de 1956.
Laila Linares Agenda del Sur
Bibliografía: Operación Masacre de Rodolfo Walsh – La Resistencia y el General Valle de Enrique Arrosagaray.