La decisión es simple. De un lado un candidato que se puede apreciar como una persona normal, que propone la unidad nacional, impulsar la producción nacional y por ende el trabajo; de ampliar derechos y no suprimir ninguno. Del otro un personaje violento, que sólo destila odio, que propones terminar con todos los derechos, de los trabajadores, de las mujeres, de los jóvenes, de los viejos, de los discapacitados y que tiene un proyecto de disolución de nuestra nación para convertirla en colonia.

A este horror se suma, su reivindicación de la última dictadura y del genocidio.

En una reciente entrevista televisiva, Javier Milei, hizo un escándalo por supuestos “murmullos”, que alteraban su concentración. En imágenes que circularon del momento pudo verse un estudio vacío con sólo dos camarógrafos concentrados en su trabajo. Estas “voces escuchadas” y “hablar” con sus perros marcan una característica de la personalidad del candidato.

No hace falta ser un especialista en salud mental para saber que escuchar voces y hablar con quien no puede hacerlo, son indicadores claros de severos trastornos psiquiátricos.

Estos trastornos se evidencian claramente, en sus constantes agresiones para todos. Con un leguaje vulgar, insultó a diestra y siniestra. “Zurdos de mierda”, “el Papa ese imbécil que está en Roma, es el maligno en la tierra”, “van a correr”, “van a desparecer”, son sólo algunas de las calificaciones humillantes de este personaje.

A todas estas calamidades, no hay que olvidar las propuestas de “venta de órganos”, “venta de chicos”, “privatizar las calles”, o “la portación libre de armas”, entre las más aberrantes.

La decisión es simple. Democracia o Fascismo y Dictadura. El Pueblo Argentino deberá elegir una propuesta para avanzar en desarrollar un país normal, u optar por un ser nefasto con trastornos psiquiátricos, que sólo nos llevará al abismo y al horror.