Por Silvina Yoga /Política Obrera. El MOSSAD, la SIDE de Israel, volvió a perpetrar sus asesinatos focalizados contra combatientes de Hezbollah, pocas horas después de que el Gabinete de Guerra sionista introdujera entre sus objetivos de guerra la expulsión de la milicia shiita del sur del Libano, para crear un espacio de protección militar a las poblaciones del norte de Israel. Estos atentados se dan en el cuadro de una extensión de la operación genocida en Gaza hacia la Cisjordania ocupada y al Líbano y Siria, en el marco de una guerra internacional contra Irán.
La operación, en esta ocasión, consistió en plantar explosivos en cinco mil pagers importados por Hezbollah, que fueron activados el martes en la madrugada y otra vez el miércoles; el resultado fue la muerte ocho militantes de la guerrilla y dos niños, más unos tres mil heridos en distintos puntos de Líbano y Siria. Los pagers, una vía de comunicación largamente abandonada, eran usados para evitar el control de llamadas por medio de celulares por parte de los servicios de espionaje enemigos. Todo indica que el MOSSAD instaló los artefactos explosivos en la fase de producción de los pagers. La empresa que los fabrica, Gold Apollo, taiwanesa, se desligó de la responsabilidad, asegurando que los había licenciado a una compañía húngara, BAC, conducida por una académica que aún no se ha presentado en escena. De la información reunida se desprende que el MOSSAD ocupó los últimos diez meses en un seguimiento de la ruta de importación de los pagers, gracias a la infiltración de las filas de Hezbollah. La sofisticación del operativo ha elevado de nuevo la consideración de todos los alcahuetes organizados del mundo entero.
El interrogante que se plantean los medios es si esta operación terrorista anuncia la invasión del sur del Libano, como lo reclama con insistencia Orin Gordin, el comandante de la zona norte del ejército sionista. Yohav Gallant, el ministro de Defensa de Israel, que tiene los días contados en el Gabinete, le había advertido al de Estados Unidos, Lloyd Austin, que “todas las ventanas diplomáticas se habían cerrado para un salida al impasse con Hezbollah” (South China Morning Post). Se referia al fracaso irreversible de un acuerdo del cese del fuego en Gaza, que el imperialismo norteamericano habia señalado como la premisa para evitar la invasión del Líbano; los términos de ese cese del fuego, por parte de Netanyahu, apuntan sin disimulo a torpedearlo, porque consagra la ocupación indefinida de Gaza por parte del ejército sionista; por eso tampoco cuenta con el apoyo de Egipto. Los corresponsales del Financial Times en Beirut hacen, sin embargo, una apreciación diferente: la operación terrorista apuntaría a minar la confianza política y militar de Hezbollah, exponiendo su vulnerabilidad a la infiltración del sionismo. Una tercera versión es que los servicios sionistas no podían seguir manteniendo en secreto lo que estaban tramando, por ejemplo hasta conocer los resultados de las elecciones en Estados Unidos, por lo cual decidieron actuar de inmediato, sin esperar a un inicio de la ocupación del territorio libanés.
Pero una invasión del Líbano, como ya ha sido decidida por el Gabinete de Guerra sionista, no está vinculada a las contingencias mencionadas, sino a la cuestión central de la guerra contra Irán. En las últimas semanas, las amenazas contra el Estado iraní cobraron un alcance mayor como consecuencia de las denuncias de la OTAN acerca de un intercambio de misiles y drones de parte de Irán a Rusia, y de misiles antiaéreos y submarinos de Rusia a Irán. Irán es uno de los eslabones más evidentes de la cadena que une a la guerra OTAN-Rusia con el Medio Oriente. El nexo estratégico principal lo constituye China, que denuncia el propósito de la OTAN de violar el mar continental de China, socavar la alianza BRICS y disputar la hegemonía en Asia Central. Este escenario de guerra mundial ha creado una onda de crisis económicas y políticas en los principales países y, por lo tanto, una perspectiva de creciente volatilidad internacional.
Fuente: Política Obrera