Desde cómplices de la dictadura argentina a propagandistas del sionismo terrorista de Medio Oriente, varias voces acusaron de “judío nazi”, “sorete”, “abominable” e “inhumano” al artista que levantó su voz en los Martín Fierro contra el plan exterminador del Estado de Israel sobre el pueblo palestino. ¿Cómo les da la cara?.

El lunes por la noche se hizo viral el discurso del multipremiado actor, director y productor Norman Briski durante la entrega de los Martín Fierro de Cine y Series, donde fue galardonado por su trayectoria. Además de denunciar al gobierno de Javier Milei por su plan de desfinanciamiento estatal de las artes y la producción cultural, Briski lanzó una proclama contra el genocidio del pueblo palestino que viene ejecutando el Estado de Israel.
El artista dijo ante quienes lo escuchaban que, al consultarle a “la Inteligencia Artificial” qué podía decir, ésta le dijo “que hable sobre los entornos, lo que está pasando en el mundo”. Enseguida lanzó: “Uhhhh… Gaza… Gaza… Gaza”. Tras el silencio, un fuerte aplauso de parte del público. Gritó “¡Gaza jamás será vencido! No me importa que me aplaudan mucho o poco, pero lo siento aquí, en mi sangre, en mis ancestros, la defensa de un pueblo que está siendo asesinado… Gaza…”. Y otra vez el aplauso.
Era de esperar que, viralizado el discurso, llovieran furiosas críticas de parte de quienes bancan la política racista de Israel, que va de la mano con la negación del genocidio perpetrado en Gaza y el ataque cada vez más feroz en Cisjordania (a lo que se suma en las últimas semanas un ataque al Líbano con miles de muertos). Y lo vuelven a hacer con la habitual amalgama de conceptos, fundiendo “sionismo” con “semitismo” y caracterizando a Palestina como un pueblo “terrorista” merecedor del aniquilamiento.
Briski es de origen judío, lo que hace bastante complicado acusarlo de “antisemita”. Sin embargo, en las últimas horas el artista llegó a ser calificado de “judío nazi”. Semejante ataque es de manual. Y Briski no es el único, ni en este país ni en el mundo. El mismo ataque sufren miles y miles de personas, muchas de ellas con las mismas raíces judías, por declararse defensoras de los derechos humanos y políticos de la sojuzgada población palestina.
Entre las voces más enfurecidas contra Briski se destacan las de los animadores Samuel “Chiche” Gelblung, Jonatan Viale, Miguel Wiñazki y Baby Etchecopar. También hizo lo propio la periodista Romina Manguel y, lógicamente, la caterva de funcionarios y colaboradores del gobierno de Milei. En casi todos los casos, apelando más al insulto que al argumento. En todos, usando explicaciones cada vez menos convincentes para una comunidad internacional que comprueba minuto a minuto de qué va la “defensa” de Israel que practica Benjamin Netanyahu y su gobierno de colonos y ultranacionalistas.
Un chiche con cara muy dura
Gelblung dijo el martes al mediodía en su programa de Crónica HD: “Es un hijo de mil puta, es un judío nazi, es un hijo de mil puta, es un hijo de mil puta, siempre fue un hijo de mil puta, Norman Briski es un sorete, una basura humana y ayer lo demostró más todavía. ¿A vos te parece que un discurso pro Gaza correspondía? ¿A vos te parece después de la masacre que hicieron? Norman Briski siempre fue un sorete, es un sorete y va a morir sorete. A una persona de bien no puede no molestarle eso, ése no tiene cabeza”.
Lo que dice Chiche es interesante. Los epítetos escatológicos no merecen atención (hablan más del emisor que del destinatario). Lo de “judío nazi” suena raro, aunque no es novedoso, es parte de la amalgama que iguala conceptos diferentes como “sionismo” y “semitismo” para justificar la acusación de “antisemita” a todo lo que no sea prosionista. Pero lo más curioso es que marca una línea divisoria entre las “personas de bien” (de las que él es parte, obvio) y las que hablan en favor de Gaza. Hasta llega a decir que los hechos del 7 de octubre de 2023 fueron ejecutados por Gaza y no por la organización Hamas. Así, justifica la avanzada genocida sobre un territorio donde viven hacinados y oprimidos poco más de dos millones de palestinos.
Pero hay que recordar algo que el octogenario Gelblung jamás reconocerá, sobre lo que abundan pruebas y archivos y que lo ubican bien lejos de la defensa de los derechos humanos. Chiche fue un activo colaborador y propagandista de la dictadura argentina y sus consecuencias. En los años más duros de la represión genocida fue jefe de redacción de la revista Gente, una de las publicaciones más ligadas al poder.
En 1978, desde París, Gelblung escribió un artículo en Gente sobre la supuesta “campaña antiargentina” que se extendía en Europa, Estados Unidos y varios países latinoamericanos. Así, la revista hacía su aporte a la Junta Militar, intentando desacreditar las denuncias de exiliados y familiares de desaparecidos que se esparcían por el mundo.
Pero Chiche fue más allá de la mera redacción de notas. En algunos casos, para lograr “exclusivas” de Gente, Somos o Para Ti (todas de la Editorial Atlántida de Constancio Vigil), Gelblung y sus colegas Héctor D’Amico y Agustín Bottinelli terminaron siendo partícipes directos de operativos represivos.
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Dos casos bastan para ilustrarlo: el de Thelma Jara de Cabezas, detenida-desaparecida de la ESMA que logró sobrevivir y relatar su historia. Y el de Alejandrina Barry, hoy dirigente del PTS-Frente de Izquierda y cuyos padres fueron asesinados en Canelones a manos de un operativo conjunto de militares argentinos y uruguayos. Thelma (entonces de 51 años) y Alejandrina (entonces de 3) fueron entregadas “en exclusiva” a los operadores de Atlántida para armar relatos de ficción en favor de los represores. Podés conocer más sobre el caso de Jara de Cabezas haciendo clic acá. Sobre el caso de Barry podés ver el documental La construcción del enemigo.
Fuente: La Izquierda Diario