(Opinión). Un triste día, este 1° de Mayo, un nuevo despojo para los trabajadores está en marcha con la ley de Milei que aprobó el congreso. La lucha por venir será dura y larga, pero tal vez la historia pueda aportar ejemplos que sirvan de inspiración para sostenerla. Es necesario rescatar las luchas históricas de tantas generaciones que enfrentaron al poder capitalista.

Recordar a los anarquistas que un 1º de mayo de 1909 se concentraron en la Plaza Lorea (a pocos metros del Congreso) y que el coronel Ramón Falcón reprimió  provocando la muerte de 11 obreros y más de  80 heridos, entre ellos varios niños.

También la gran huelga bancaria del año 1959, a la ocupación por sus trabajadores del frigorífico nacional Lisandro de la Torre y la huelga general  también del año 1959. A la primera huelga general del 27 de abril de 1979 contra la última dictadura. Y la marcha del 30 de marzo de 1982, bajo el lema “Paz, Pan y Trabajo”, que derivó en una feroz represión de la dictadura, que asesinó al militante Benedicto Ortiz, en Mendoza.

A tantos dirigentes que se pusieron a la cabeza de la lucha, dirigentes como Agustín Tosco,  Raimundo Ongaro, Jorge Di Pascuale, Saúl Ubaldini. A dirigentes como  Alicia Castro, Juan Manuel Palacios  y Hugo Moyano que a parir de 1994, fueron los primeros en enfrentar las políticas neoliberales y de entrega que aplicaba en ese momento el presidente Carlos Menem.

Rescatar a los miles de sindicalistas, de comisiones internas, a los delegados de base -que se debe recordar fueron las primeras víctima de las dictaduras para destruir la resistencia gremial- que enfrentaron con firmeza a los verdugos de aquella época. A los de a pie, que con su apoyo dieron aliento en las tomas, las huelgas, las movilizaciones. A todos quienes ocuparon un lugar en la disputa histórica con la oligarquía y el poder de turno.

También resulta imprescindible, que los trabajadores recuperemos la esencia de nuestra identidad, “somos los trabajadores los que generamos la riqueza y no el capital”, “sin trabajo el capital no existe”. Y no perder la conciencia de clase: “todos los que percibimos un salario somos trabajadores,  no clase media. La clase media es un invento de los dominantes para provocar la división y poder someternos con mayor facilidad.

Raúl Espíndola